UNA LETRA EN EL OCÉANO

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viernes, 25 de diciembre de 2009

Orfeón de Granada y Butaca Vacía

!!! Organizaos porque no os podéis perder ninguno de estos dos eventos!!! y ambos son el día 9 y 10 de enero pero, aunque no lo parezca, son compatibles para asistir. Ambos son para no perderselo, os van a encantar porque tienen mucha calidad. Os detallo:

* Orfeón de Granada, se harán dos Conciertos de Navidad, uno será el día 9 de enero 2010, y están confirmados el sitio y la hora (os lo he puesto más abajo), el otro será el día 10 por la mañana, pero aún están por confirmar el sitio y la hora, aunque se espera que sea hacia las 12 de la mañana. Los que asistan al primer concierto del día 9 podrán comprar las entradas en la taquilla del sitio del Concierto. Los que penséis ir al del día 10, ya os confirmaré por aquí.

* La Butaca Vacía, se harán dos pases de Boabdil, también los días 9 y 10 de enero, y las entradas se adquieren en la taquilla del Teatro.



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CONCIERTO DE AÑO NUEVO____


Fecha: Sábado 9 de Enero 2010 ________________


Lugar: Auditorio Isidoro Máiquez (Memoria de Andalucía)


Hora: 20 h










Programa:






Obertura
G. F. HAENDEL
“Lift up your heads”, de Messiah


Últimos ecos festivos




* B. BRITTEN
A Ceremony of Carols op. 28 (selección):
- Wolcum, Yole
- There is no Rose
- Deo gracias





Ehre sei Gott in der Höhe


Valses para recibir al nuevo año


* J. BRAHMS
Dos valses de Liebeslieder Walzer op. 52:
- “Wie des Abends schöne Röte”
- “Ein kleiner, hübscher Vogel”



* J. STRAUSS
An der schönen blauen Donau (“El Danubio azul”), op. 314 (versión coral)


Duración estimada: 50 min.* J. S. BACH


Tres coros en Re:

- Psallite Deo nostro (sobre el “Sicut locutus” del Magnificat BWV 243)

- Von Himmel hoch BWV 243a

- “Ach mein herzliebes Jesulein”, del Oratorio de Navidad BWV 248

* F. MENDELSSOHN

“Frolocket ihr Völker auf Erden”, de Sechs Sprüche op. 79




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BOABDIL________________________________


Fecha: 9 y 10 de enero 2010

Lugar: Teatro Isabel la Católica

(Venta de entradas en taquilla del teatro)

lunes, 7 de diciembre de 2009

Mi Manué. © Eva María Velázquez Valverde

Con motivo del día contra la violencia de género, 25 de noviembre, os dejo un relato que hice algún tiempo y que se ha publicado en varias revistas literarias y llevado a escenario en otras tantas. Aprovecho esta inmersión para abogar siempre por el respeto, el cariño y la inteligencia en las relaciones humanas, pues sin ellos jamás podría darse una buena convivencia. Espero que os guste.


Eva

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(Foto:© Mayka Jiménez)
MI MANUÉ_____________________

Qué raro estás, Manué! Ahí tumbao, tan blanco y tan seco no pareces el mismo. Pareces más feo, chavá.

Te diquelo y me parece mentira ver a un gitano como tú, tan largo, tan recio, diñao a mis pinreles . Con lo que te camelaba yo, Manolo. Con razón decía mi mama que no le gustabas. Yo pensé que eras un buen erai , un hombre de ley, baril y juncal . Por un calé como tú dejé a mama sentadita en el terrao.
¡Cuanto m’equivoqué, Manué! ¡Qué razón llevaba mama! Mírate ahora, después de tanto tiempo no pareces igual, chalao. ¡Las vueltas que da la vida, jilón!.
¡Levántate y anda, si puedes, cabrón! ¡Pégame ahora! Anda, ¡machácame ahora si tienes cojones, capullo! Deja de mirarme con tus clisos de cordero degollao y levántate. ¡Siempre fuiste un vago, Manué. ¿Porqué no te levantas? Corre ahora, si puedes ¿Se te acabaron las fuerzas, mamón? ¿Para qué te sirvió ser macho? ¡Dime! ¿Pa’ qué? Tuviste mi vida en tus manos. ¿Qué has hecho de ella, bribón? Me engañaron tus ojos rajaos y, yo, eso no me lo merecía. Yo te quería, Manolo. Siempre te camelé y esa ha sío mi perdición.

Hoy maldigo los días que pasé contigo, malditas las horas, maldito el cariño, malditos tus ojos, malditas tus ansias y malditas las mías. ¡Cuántos camelos , Dios mío! ¡Cuántos destrozos, Señor!
Mira, capullo, nunca m’ has escuchao, pero hoy vas a oír to’ lo que tié que decirte una güena gitana, mi menda, que, pa’ más señas, soy yo. Y que no vea yo ningunita mala cara, ni un mal gesto, porque pué ser mucho peor ¿m’has oío?
Shsssssss. Así, así está mejor. Quietecito que estás mu bien. Te voy a contar una cosa pa vé si te suena, así que escucha con tus orejas m’u abiertas porque… ¡va pa’ usté torero!
Érase una vez una niña gitana que vivía feliz con su familia en una pequeña chavola de la aldea de San Quintín. Tenía trece años, toda una vida por delante y muchas ilusiones envueltas entre sus largos ricillos negros.
(Mientras hablaba Candela, iba haciendo círculos alrededor de Manuel, sin separar su mirada de los ojos desorbitados de su compañero, llevando una pistola fuertemente agarrada en su mano derecha y no paraba de agitarla apuntándole)
¿No te parece bonita la historia, Manué? Pues a mí me parece preciosa. Escucha, escucha.


Pasaba el día bailando, entre rumbas y soleares, haciendo palmas al viento y cantando p’al cielo…como si alguien quisiera escucharla. Al acostarse, cerraba sus ojitos e imaginaba un mundo lejano que la esperaba. Ensoñando olvidaba el vacío de papas que su estómago llevaba, no había comida ni p’a su mama, ni p’a los hijitos de su mama, pero le bastaba con sentirse mayor y que algún día algún gitano guapo la amara. ¡Fíjate que tontería! No pedía más n’a, Manué. ¡Mi’a tú si era tonta la niña!
Un día llegó a la chavola su padre seguido de un chavalillo negruco que pedía comida a cambio de trabajar la labor y, por qué no, llevar a comer las bestias. ¡Comer las bestias! ¿Te recuerda a alguien, Manué?


Dicen las malas lenguas que la chiquilla al ver los ojos y la sonrisa de aquel morenillo, de repente se enamoró. Entre bestias y miseria, cruzaron miradas algún tiempo, buscando su amor escondido para colgarlo entre los olivos; migajas de un pan que se volvió tan duro como mi alma, Dios mío.
Un buen, día al darse cuenta el padre, mil trabas les hilvanó. Echó de casa al muchacho y a su niña la encerró entre cuatro paredes; ¡a su niña!.. no a sus ilusiones, a sus ilusiones no. Los jóvenes amantes, al ver peligrar sus sueños, huyeron envueltos en una malla azul que les prestó la luna. Cuando, ya casada, entre gritos chismosos de vecinas, recordaba a su mama, lloraba la niña, se tiraba de los pelos por haber dejado su casa. Él, al saber qué le pasaba, intentaba calmarla diciéndo: ‘¡mañana te llevaré, chiquilla!’, con la sola pretensión de meterla en su cama. Pero ese día no llegaba, Manué. La muerte, sin avisar, llamó a sus padres y ni adiós pudo decirle a mama.
¿Te vas situando, Manueillo?
Pasaron meses y meses, años llegaron después...
¡Te has puesto muy serio, chiquillo! ¿No te gusta mi historia, Manué?
Pues escucha lo que sigue porque seguro que te acuerdas.
Y llegaron los hijos, mis hijos Manolo, los hijos que eran nuestros porque... yo los he parío, pero en eso algo tú tendrías que ver ¿no, Manué? Aun recuerdo el olor del José cuando vino al mundo y el tuyo cuando te acercaste a decirme: ‘Un hijo varón. ¡Te has portao mu bien!’
Yo sonreí. Yo era feliz porque mis ojos sólo veían lo que vieran los tuyos. Sería lo que tú pidieras, para eso eras el padre. A mí me daba igual, hijo mío sería lo mismo. Yo comprendía que lo que tú pensabas era normal, porque tu eras un hombre. Sabía que una niña no era cosa buena pa’ un machote como tú, por eso el primero de mis hijos, varón pa’ ti tenía que ser. Dos manos más pa’ ayudarte... y tu hombría salvadita, aunque fuera una boca más que alimentar.
Un año más tarde vino ‘la rubia’, pero tú no apareciste por casa hasta una semana después, borracho como una cuba, diciendo que tú no te hacías cargo de mi chiquilla porque era un bulto más que mantener. ¡Un bulto, Manolo! ¡Lo que hay que ver! Esas no eran palabras pa’ una madre, esas no, Manuel. Ella no entraba en tus cuentas porque, además de un bulto, era una mujer; pero era mi niña chiquita, y tu niña, igual que el churumbel.
Enseguía llegó el granizo, el hambre y las fiebres de mi José. Yo hice to lo posible por sacarlo a flote. Tú lo sabes, Manolo, pero Dios quiso llevárselo porque era un angelito y... ¡Los ángeles no viven en las casas de los cerdos, Manué! Sabes que no salía de casa, que siempre estaba a su vera. Si tenía que comprar los habíos pa’ la manduca , el niño venía colgao en mi cintura pa’ tenerlo bien cerquita. Le daba manzanilla y, mu’ poquito a poco, la lechecita que me mamaba. La poquita leche que yo tenía, Manolo, porque tú bien sabes que la parte de mi comida te lo gastabas en buen vino pa’l venao, como tú riendo comentabas. Mi ángel se fue pa’l cielo porque tú no lo has cuidao, como no cuidaste nunca a ninguna criaturita de esta casa. Hay personas que no saben querer y eso, pa’ suerte tuya, te ha tocao, Manuelillo. A ti sólo te importaban las vacas, la tierra, tus amigos y el ganao.
El tesorillo de mis entrañas se fue aquel día y pa’ mí s’acabó la vida, pero había que seguir viviendo pa la pobre de María, pa’ mi rubichi, Manolo, pa’ esa que siempre dices que no es tuya, porque es la niña. Tenía que tirar pa’ lante porque es mu’ chica y no entendía de granizo ni de penas, y yo tampoco quería que supiera la piltrafa de padre que tenía, un borracho que gastaba los reales de mi casa en muchas copas y en cuatro putas guarras mal parías.
Creía que estabas triste y por eso pasé por alto toito lo que me hacías. Si llegabas tarde a casa, dando tumbos porque no te sostenías, yo pensaba ¡pobrecillo!, el tiempo lo curará como se curan todas las penas en la vida. Pero lo tuyo no era pena, Manuel, sino el arresío de tus entretelas .
Yo, mientras tú te entretenías sabe Dios con qué faenas, yo seguía p’adelante solita con mis duquelas , t’hacía la comía, limpiaba bien tu casa y planchaba los pantalones que tus putas ensuciaban, porque yo quería ser mujer mu digna, mu digna pa su marío. Sí, Manolo, en putas, que me lo dijo un día la Carmen que te veían siempre acompañao de esas tías pencas que viven en la casa rosita del barrio del abogao. Luego llegabas a casa y bendito sería el que te chistara.


Las vecinas, cuando cruzabas, sonriendo te criticaban y yo te defendía diciendo que eras un buen padre para tus hijos. Un buen padre, Manué. ¡Un buen padre para tus hijos! ¡Qué tontería! ¡Lo que hacen los quereres, Manolo! Yo sola me mentía y yo solita me lo creía. Pero, Manué, pa’ mi solita mi pena se me ha quedao, toitas mis lágrimas pa’ mí. Me preguntaba primero por qué m’aborrecías y, luego, en qué me había equivocao. Sí, equivocao. Ahora sé que fallé en una sóla tontería, en no pararte las manos cuando m’arreaste la primera bofetá. Yo no me la merecía, Manolo. Tenía todo a puntito pa’ cuando tú llegaras, hasta la niña dormía pa’ que no te molestara.


Madre siempre decía: ‘Tomasa guarda bien la caja de galletas y cuida que no se abra porque, una vez abierta, hasta que se acaban no paran’ ¡Y qué razón llevaba! La abriste Manuel, y yo pasmá me quedé mirando sin respirar siquiera porque eso de ti no me lo esperaba, por mucho que me lo dijera mama. Y llegó un día y otro día, y vinieron galletas a mansalva.
Yo engañaba a mis hermanos porque tú sabes que el Perico y el Gregorio tienen muy mala baba y sabía que acabarían cosiéndote a puñaladas. Les mentía diciendo que me había dado contra una puerta o con cualquier esquina cuando me veían un morao; pero hoy, Manolico, te has pasao. Sabías que a mi rubia no la toca nadie mientras yo tenga fuerzas y haga sombra en esta tierra. Pero to te lo has pasao por donde te pasas siempre todo, por el palo del sombrao, y la inflaste como a mí me calentaste to’ estos años. Yo la oía llorar gritando mama. Mi niña estaba llorando solita debajo de las coces que le atestabas. Por ahí no paso, Manolo. Eso no puede ser, Manué. Esto s’ha terminao ¡Hasta aquí llegué cabrón, hasta aquí hemos llegao!


Mira que mama me lo decía... : ‘ No des nunca margaritas a los cerdos’ Pues tú te las comiste todas, que te sienten bien, mi arma, que se te pudran todas dentro del cajón que te he mercao.
Yo no te he hecho na’, Manolico, tú dejaste la pistola que robaste debajo de la almohá y tú solito disparaste. ¡Qué lástima de mi Manué! ¡Qué lástima! Antes de que te vayas, quiero pedirte algo, déjame que tararee cuando vea tu ataud la canción que me he inventao:


 "Suena una guitarra
llorandico por tu muerte,
yo rezaré a su son
pa que tú no te despiertes."




(Foto:© Mayka Jiménez)


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domingo, 22 de noviembre de 2009

El Secreto




Desde niña mi madre me advirtió que debía ser positiva, ver las cosas como si siempre fueran a salir bien porque, según ella, de esa forma efectivamente saldrían bien. Yo, al oírla, pensaba... ¡vaya tontería!. Pasaron años, muchos años y la vida poco a poco me fue demostrando que es cierto, que todo en la vida lo va marcando uno mismo, lo bueno, lo menos bueno, lo absurdo, lo impotente, lo vano, lo vanal, lo desidioso, el maltrato, el amor, el desamor, la amistad, el vacío, la desdicha... La desgracia no, la desgracia viene sola (siempre que no sea mucha desgracia ¡claro!, porque esa, para mí, por muy mayor que ahora sea, sigue cayendo del "cielo" o del "infierno", como nos hacían creer las monjas en el cole cuando aún vestíamos de marrón y calzábamos "gorilas" impecables con calcetines a juego. El caso es que a mí me parecía algo lejano, tan lejano, que no me importaba nada lo que me estaba diciendo. Yo me sabía una niña muy buena, ayudaba en casa, también colaboraba en sendos negocios de mis padres, cuidaba de mis hermanos -tres eran tres como las hijas de Elena- porque mamá andaba todo el día trabajando y, aunque lo hacía bajo los techos de nuestra casa, las clientas no me dejaban acercarme porque la entretenía, ¡brujas!, así que yo creía que jamás me tocaría nada malo. ¡Ilusa!). El sufrimiento por culpa de la envidia también viene solo sin que se lo llame nadie y se vuelve primo hermano de la desgracia, desgraciadamente; se instala a nuestro lado y nos asfixia de pena y de impotencia. Por más años que cumpla no alcanzo a entender qué será el chic que provoca la envidia, en casa nunca me lo enseñaron y jamás lo vi en ojos de nadie de los míos, cosa que agradezco y me enorgullezco, porque pienso que deben pasarlo realmente mal los que la padezcan, porque al envidiado lo fastidian, pero... ¿y lo mal que lo deben pasar ellos?.

Pues bien, no presté atención a las palabras de mamá y me equivoqué. Qué razón llevan las madres en todo lo que dicen y qué poco caso les hacemos mientras no nos pasan "el testigo", ¿verdad?. Mi visión ahora la marca la experiencia de que todo lo que decía mi madre es tan cierto como que Dios existe, aunque haya mucha gente que se empeñe en negarlo.

Como caída del cielo, me ha venido mi nueva amiga inglesa, Karma. Nos vimos el sábado para intercambiar idiomas, y después de charlar un buen rato, sin más me dice: "Debes ver El SECRETO". ¿EL SECRETO? ¿QUÉ ES EL SECRETO?, debes verlo, y de ahí no salía, así que no tuve más remedio que, al terminar nuestro encuentro linguístico, salir sin pausa y con mucha prisa, al primer video club que encontré y sacar el dichoso "SECRETO", y digo dichoso porque aunque parezca raro, no soy curiosa, sin embargo esta tarde inauditamente sí lo estaba siendo. ¿Qué querría decirme con "El SECRETO" Karma?. Una vez en mis manos, asido a mis manos como si mi vida fuera en ello, tomé mi automóvil y me fui directa a casa.

Llegué tarde y cansada, pero era tal el suspense que se me había creado, que decidí abrir mi portátil y engullir las imágenes que de allí salían. Lo hice como me dijo Karma, en inglés, para ir abriendo oídos al idioma que comparte con Shakespeare y que yo, por desgracia casi he olvidado, ya que desde el año 79 en que terminé mi licenciatura, apenas he tenido ocasión de hablarlo y se olvida, digo que si se olvida... Ni que decir tiene que opté por ponerle subtítulos en español, "porsiacá"; así que cogí un yogourt del frigo para no perderme nada.

La primera imagen... una chica rubia, de pelo largo como yo, que debía tener una edad semejante a la mia, de semblante y aspecto similar al mío, en absoluta soledad, como yo en estos momentos; con una nota manuscrita de su hijo, en un post-it, sobre la cubierta de un libro, de la misma forma en que yo tantas veces he recibido de manos de mi niña. El hijo parecía vivir fuera, la mía también, y ella parecía triste y perdida por su ausencia, yo también. Y mi cuiriosidad me iba superando a cada instante, hasta el punto en que comencé a sentir mi corazón cómo latía. Lo incierto siempre da miedo, es cierto, pero no alcanzaba a entender por qué me estaba poniendo tan nerviosa el "temita". No sé por qué, es cierto, pero imágenes y música unidas me asustaban y no me atrevía a seguir mirando. Tú eres tonta, me dije, y me sonreí como si en ese momento yo fuera mi igual, mi melliza. De súbito, recordé la carita de karma y la ilusión que tendría cuando comentáramos su recomendación, así que continué pegada a la pantalla por el mero hecho de no defraudarla.

Conforme iba avanzando el documental, más me sorprendía que fuera precisamente una recién conocida la que me había recomendado tamaño documental y sentí una satisfación inusitada por saberla más cercana a mi pensamiento de lo que yo la había creído en un principio. Las imágenes corrían y yo iba encontrando frase a frase con mi vida, con mi pasado y también con mi presente, al que me hubiera gustado llegar un poco más tarde y un poco menos sola, y me di cuenta de muchas cosas que hasta el momento no había sido consciente. Corroboré que había cosas que hasta ahora había hecho mal, no por ser malas, sino por ir en contra de lo que era bueno para mí (yo nunca estuve en mi vida porque estaba demasiado ocupada resolviendo problemas ajenos) y me reconfortó el hecho de que hubiese por fin llegado el momento de mirarme en el espejo; pensé que, aunque ya creía que no habría demasiados cambios en el devenir de mi vida, tal vez estuviera equivocada, tal vez yo también tendría derecho a tener otra oportunidad para arreglar entuertos.

Así que aquí estoy, intentando crear de nuevo un camino más certero por el que gastar mis botas nuevas, dispuesta a alejarme de personas y cosas que hasta ahora dirigieron mis pasos, algunas por las que hubiera dado la vida si me la hubieran pedido y que gracias a Dios que no lo hicieron, jajaja.

Hoy quiero compartir este momento con vosotros, y quiero recomendaros lo que mi amiga Karma me hizo ver a mí, el documental titulado EL SECRETO. Así que si creéis que todo está escrito en vuestras vidas, vedlo y veréis como obtendréis muchas respuestas a preguntas que hasta ahora no habíais podido contestar y otras que dejaréis de haceros porque será una reafirmación de que lo que hacéis lo hacéis bien.

Suerte en vuestro andar, amigos, ¡mucha suerte!.
Un beso
Eva

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Habitación 613 (Mi agradecimiento al personal sanitario del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico de Granada)

GRACIAS

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Ante las contínuas quejas que llegan hasta nosotros por el supuesto mal hacer en la Sanidad Española, no quiero quedarme al margen, ya que mi experiencia reciente ha sido realmente buena.
Por eso, dejo aquí mi apoyo público a todo el personal adscrito a nuestra Sanidad en España, y más concretamente al Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico de Granada, a los que he dirigido una carta de agradecimiento tras haber sido operada en los últimos días por su profesionalidad, cariño y buen hacer.






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CARTA DIRIGIDA AL PERSONAL DEL SERVICIO DE
OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA
DEL HOSPITAL CLÍNICO DE GRANADA.

Granada, 26 septiembre de 2009

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Lunes, 21 sep, 10 a.m, un neceser cargado de miedo adentro, era mi único equipaje. Nunca me gustaron los hospitales. Una sonrisa vestida de verde salió a mi encuentro e inquirió en mi vida, sin pudor, para evitar contratiempos. Yo escuchaba sin apartar mis ojos de sus párpados gachos y respondí de la forma más precisa posible para que en mis días de hospedaje mi naturaleza especialmente atópica no nos diera sorpresas. Me ofreció cortésmente una muda estereotipada blanquiverde, un par de esponjas enjabonadas con olor a limpio discreto y una tercera cama articulada donde depositar mis sueños. Habitación 613.


Le siguieron agujas, miedo, debe tomarse estos 8 sobres cada media hora, miedo, comidas insulsas y escasas, miedo, a mí hija la acaban de operar, era Edu, la madre de Verónica, joven y guapa, madre de un bebé que le espera en casa, la que acaba de entrar sedada, mucho miedo, mañana todo irá bien, no se preocupe, miedo, Eva, mañana será usted la primera en entrar a quirófano, tendrá que estar preparada a las 7,30, entraré sin poder mirar los ojillos que más quiero –no le dio tiempo a volar hasta aquí–, terror, visitas, llamadas, mensajes, voces y manos preocupadas y expectantes que me quieren están muy cerca. Ayuno al anochecer y nervios, de los que la 613 se beneficia; todo queda perfectamente ordenado, alineado y Edu, me mira y sonríe (podrías venirte a echar unas horillas en mi casa –me dice–, yo también sonrío).

Siete horas de oscuridad interminable y el amanecer me trae un billete en camilla a la quinta planta que me espera.




Una vez allí, cubren mis pies de verde y mi pelo queda escondido del mismo tono. Yo meto mi mano dentro del gorro y trato de que mi flequillo no se mimetice con mi cuerpo tembloroso procurando que quede a salvo del dichoso terremoto que me espera. Me despido de aquellos que más quiero. Un equipo monocromático de ojos cariñosos me hablan en silencio, sonríen anónimos intentando menguar mi miedo, dotándome de un cariño y una esperanza que no alcanzo entender. Son ojos llenos de ternura, de seguridad y de templanza. Mi miedo se va transformando, mengua. Se acerca una enfermera con voz amiga y me saluda, un hombre pausado, con aspecto relajado y seguro de sí mismo le sigue. Eva, buenos días, soy el doctor Francisco Bueno Molina, y seré yo quien te anestesie junto a la doctora Pilar Páiz, también anestesióloga , me acaricia el brazo, hola Eva, encantada, y prosiguió el doctor Bueno: no tengas miedo, Eva, todo va a ir muy bien (a pesar de notar en él la certeza de la ignota responsabilidad que le espera, sus ojos me sonríen y me aplacan, su voz me serena, me serena, inauditamente me serena; siento una palmadita en la cara que me aplaca, presiento que esa mano sabe muy bien lo que hace y comienzo a relajarme, algo me dice que estoy en buenas manos, acerco tímida mis labios y doy un beso que roza su mano, él sonríe, no te preocupes).





Ella, -me dice- es la doctora Carmen Padilla Vinuesa, ginecóloga, Jefe de la Unidad, es la persona que va a realizar tu intervención, y ellas son... mi cerebro no podía archivar más datos en ese momento y siento que su voz se va perdiendo muy a mi pesar. Miro a los ojos de la doctora Padilla, que se ocultan obligados tras unas transparentes gafas de seguridad. Me sonríe discretamente, sabida de la responsabilidad que entrañan sus manos y siento una inconcebible y súbita admiración por esos preciosos ojos de mirada firme y segura a los que, junto a los del Doctor Bueno, deberé mi vida, y tengo el sentimiento de que a mujeres como ella debemos el resto de nosotras, el respeto que nos profesa el mundo, cuando nos lo profesa. Mi miedo desaparece, siento un líquido frio y espeso que sube por mi mano derecha y recorre impertinente mi antebrazo. Eva, ya vamos a dormirte, tranquila – dijo serenamente el doctor Bueno– y caí al instante en un sueño profundo durante dos horas; soñé con cosas plácidas, mares limpios y abiertos, playas sin gente llenas de paz y aparecieron ante mí imágenes que ahora soy incapaz de describir por la ausencia de detalles, pero que dejaron en mí una sensación de armonía hasta que volví a sentir la mano y la voz de mi anestesista: Eva, ya hemos terminado, guapa, todo ha salido muy bien. Gracias, muchas gracias doctor, le dije sin que mi voz sonara en mi cuerpo.





El resto de mi ingreso siguió en la misma línea, por eso quiero agradecer hoy públicamente al equipo humano del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico de Granada, a cirujanos, anestesiólogos y equipo de apoyo, especialmente a la Doctora Carmen Padilla Vinuesa y el Doctor Francisco Bueno Molina, ya que, muy por encima de lo que para ellos es su obligación, hicieron que mi vida en el hospital fuera un feliz encuentro, al Doctor Pedro Clavero que empático me atendió en sala, concreto, preciso y discreto, y me traía día a día las buenas nuevas del perfecto hacer de sus colegas; al personal de quirófano; al camillero; al responsable de la “sala del despertar” de aquella mañana, que cuidó mi vuelta a la realidad, gracias; a las enfermeras que me dieron la mano día y noche para que mi cuerpo y mi ánimo salieran de su duelo, sin importarles si mi timbre sonaba a las dos de la tarde o a las tres de la mañana, y especialmente a Lidia y a Ana (disculpad, no sé vuestros apellidos) pues cultura e hijos nos acercaron, y su cuidado, ánimos y esmero, me hicieron sentirme en casa. A mi familia (especialmente a mi madre, no sé qué haría sin ella), a mis Amigos de siempre y a mis Amigos de ahora, a mis compañeros de trabajo y mis colegas porque con sus visitas, llamadas, mensajes e emails, ni un solo momento me he sentido sola; a mis compañeras de habitación: A Verónica, y a Edu por hacerme reír entre tanto desconsuelo, a María Jesús por su paciencia con mi alergia, por haber tenido que sacar sus ramos a la puerta, a Encarna y a Rita (que aún sigue en cama ¡mucha suerte, guapa!) y sobre todo quiero dar las gracias a la Habitación 613 porque jamás imaginé que una fría habitación de hospital albergara toneladas de cariño.


Muchas gracias

jueves, 4 de junio de 2009

Noticias




Ahora la noticia es que he sido aceptada en el Orfeón de Granada (http://www.orfeondegranada.org/%20%20%20%20un ) hace mes y estoy feliz. Es un grupo fantástico, no sólo en voces, sino como personas, siento que es un privilegio el poder estar entre ellos y compartir escenario e ilusiones. Me encanta porque me cargan de energía.



Me he incorporado como voz contralto, claro. El domingo tuvimos una actuación lindísima, se trataba de la ópera Dido y Aeneas y se hizo en el Teatro Isabel la Católica. Os puedo asegurar que fue un momento inolvidable el poder compartir con ellos esa ilusión, aunque no sabría si quedarme con la actuación o con cada uno de los ensayos que me dejaban boquiabierta. Como me incorporé tarde y no me daba tiempo a aprenderme el repertorio para poder cantar con ellos en esa ocasión, me dediqué a ir a los ensayos sólo por el placer de sentarme en la butaca y estar 3 horas oyéndoles y viéndoles ensayar (¡todo un gozo!). Las deliciosas y privilegiadas voces, el buen hacer y la amistosa disciplina con la que se trabaja allí, la inimaginable dirección de Francisco Ruiz y todo eso unido a sus caras llenas de ilusión, pletóricas por saber que en el escenario no son 60 personas, sino uno sólo, me hicieron volar y sentirlos cerca. Cuando más tarde los vi en escena desde la atalaya de sonido del Teatro Isabel la Católica, en donde yo me encontraba (al final acabé ayudando a manejar la traducción simultánea y a maquillar entre bambalinas y eso me hizo sentirme dentro del espectáculo mimetizándome con cada uno de ellos), me sentí muy orgullosa de poder pertenecer a una coral tannnnnnn especial, empezando por David Leiva, nuestro presidente, (un hombre lindísimo, con una voz preciosa, aspecto afable, respetuoso, simpático, lleno de ilusión y de proyectos, culto, muy preparado y muy muy cercano) y nuestro increíble y joven Director, Francisco Ruiz Montes que me dejó boquiabierta (no sabía cómo podía dirigir a un coro de 60 personas con puesta en escena incluída, dirigir a la vez una orquesta, a 8 solistas y para el colmo tocar el clave sin perder su sonrisa, su dulzura y su serenidad) , pasando por absolutamente todos y cada uno de los casi 60 personas que lo integran, personas de un alto nivel humano y profesional .




Dido y Aeneas hizo temblar el Isabel con sus interminables aplausos y yo acabé llorando al ver una a una las caras de mis compañeros y alguna que otra sorpresa que hubo entre las butacas.
Interminables aplausos y cierre de telón para esa tarde.
Ya de vuelta a vestuarios, Belén me regaló un ramo de flores y me dio el abrazo que necesitaba (¡gracias preciosa!)
Al día siguiente... una excelente crítica en Ideal.
¡Misión cumplida!.



Por si queréis conocer algo más del orfeón, os dejo nuestro enlace: http://www.orfeondegranada.org/ Lo próximo que tenemos será una actuación conjunta con el coro de la OCG y la orquesta Filarmónica de Londres en el Palacio de Carlos V en la Alhambra en un concierto integrado en el programa de los archifamosos Festivales de Música y Danza de Granada. Bueno, por hoy es todo. Que tengáis un buen día.