UNA LETRA EN EL OCÉANO

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viernes, 25 de diciembre de 2009

Orfeón de Granada y Butaca Vacía

!!! Organizaos porque no os podéis perder ninguno de estos dos eventos!!! y ambos son el día 9 y 10 de enero pero, aunque no lo parezca, son compatibles para asistir. Ambos son para no perderselo, os van a encantar porque tienen mucha calidad. Os detallo:

* Orfeón de Granada, se harán dos Conciertos de Navidad, uno será el día 9 de enero 2010, y están confirmados el sitio y la hora (os lo he puesto más abajo), el otro será el día 10 por la mañana, pero aún están por confirmar el sitio y la hora, aunque se espera que sea hacia las 12 de la mañana. Los que asistan al primer concierto del día 9 podrán comprar las entradas en la taquilla del sitio del Concierto. Los que penséis ir al del día 10, ya os confirmaré por aquí.

* La Butaca Vacía, se harán dos pases de Boabdil, también los días 9 y 10 de enero, y las entradas se adquieren en la taquilla del Teatro.



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CONCIERTO DE AÑO NUEVO____


Fecha: Sábado 9 de Enero 2010 ________________


Lugar: Auditorio Isidoro Máiquez (Memoria de Andalucía)


Hora: 20 h










Programa:






Obertura
G. F. HAENDEL
“Lift up your heads”, de Messiah


Últimos ecos festivos




* B. BRITTEN
A Ceremony of Carols op. 28 (selección):
- Wolcum, Yole
- There is no Rose
- Deo gracias





Ehre sei Gott in der Höhe


Valses para recibir al nuevo año


* J. BRAHMS
Dos valses de Liebeslieder Walzer op. 52:
- “Wie des Abends schöne Röte”
- “Ein kleiner, hübscher Vogel”



* J. STRAUSS
An der schönen blauen Donau (“El Danubio azul”), op. 314 (versión coral)


Duración estimada: 50 min.* J. S. BACH


Tres coros en Re:

- Psallite Deo nostro (sobre el “Sicut locutus” del Magnificat BWV 243)

- Von Himmel hoch BWV 243a

- “Ach mein herzliebes Jesulein”, del Oratorio de Navidad BWV 248

* F. MENDELSSOHN

“Frolocket ihr Völker auf Erden”, de Sechs Sprüche op. 79




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BOABDIL________________________________


Fecha: 9 y 10 de enero 2010

Lugar: Teatro Isabel la Católica

(Venta de entradas en taquilla del teatro)

lunes, 7 de diciembre de 2009

Mi Manué. © Eva María Velázquez Valverde

Con motivo del día contra la violencia de género, 25 de noviembre, os dejo un relato que hice algún tiempo y que se ha publicado en varias revistas literarias y llevado a escenario en otras tantas. Aprovecho esta inmersión para abogar siempre por el respeto, el cariño y la inteligencia en las relaciones humanas, pues sin ellos jamás podría darse una buena convivencia. Espero que os guste.


Eva

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(Foto:© Mayka Jiménez)
MI MANUÉ_____________________

Qué raro estás, Manué! Ahí tumbao, tan blanco y tan seco no pareces el mismo. Pareces más feo, chavá.

Te diquelo y me parece mentira ver a un gitano como tú, tan largo, tan recio, diñao a mis pinreles . Con lo que te camelaba yo, Manolo. Con razón decía mi mama que no le gustabas. Yo pensé que eras un buen erai , un hombre de ley, baril y juncal . Por un calé como tú dejé a mama sentadita en el terrao.
¡Cuanto m’equivoqué, Manué! ¡Qué razón llevaba mama! Mírate ahora, después de tanto tiempo no pareces igual, chalao. ¡Las vueltas que da la vida, jilón!.
¡Levántate y anda, si puedes, cabrón! ¡Pégame ahora! Anda, ¡machácame ahora si tienes cojones, capullo! Deja de mirarme con tus clisos de cordero degollao y levántate. ¡Siempre fuiste un vago, Manué. ¿Porqué no te levantas? Corre ahora, si puedes ¿Se te acabaron las fuerzas, mamón? ¿Para qué te sirvió ser macho? ¡Dime! ¿Pa’ qué? Tuviste mi vida en tus manos. ¿Qué has hecho de ella, bribón? Me engañaron tus ojos rajaos y, yo, eso no me lo merecía. Yo te quería, Manolo. Siempre te camelé y esa ha sío mi perdición.

Hoy maldigo los días que pasé contigo, malditas las horas, maldito el cariño, malditos tus ojos, malditas tus ansias y malditas las mías. ¡Cuántos camelos , Dios mío! ¡Cuántos destrozos, Señor!
Mira, capullo, nunca m’ has escuchao, pero hoy vas a oír to’ lo que tié que decirte una güena gitana, mi menda, que, pa’ más señas, soy yo. Y que no vea yo ningunita mala cara, ni un mal gesto, porque pué ser mucho peor ¿m’has oío?
Shsssssss. Así, así está mejor. Quietecito que estás mu bien. Te voy a contar una cosa pa vé si te suena, así que escucha con tus orejas m’u abiertas porque… ¡va pa’ usté torero!
Érase una vez una niña gitana que vivía feliz con su familia en una pequeña chavola de la aldea de San Quintín. Tenía trece años, toda una vida por delante y muchas ilusiones envueltas entre sus largos ricillos negros.
(Mientras hablaba Candela, iba haciendo círculos alrededor de Manuel, sin separar su mirada de los ojos desorbitados de su compañero, llevando una pistola fuertemente agarrada en su mano derecha y no paraba de agitarla apuntándole)
¿No te parece bonita la historia, Manué? Pues a mí me parece preciosa. Escucha, escucha.


Pasaba el día bailando, entre rumbas y soleares, haciendo palmas al viento y cantando p’al cielo…como si alguien quisiera escucharla. Al acostarse, cerraba sus ojitos e imaginaba un mundo lejano que la esperaba. Ensoñando olvidaba el vacío de papas que su estómago llevaba, no había comida ni p’a su mama, ni p’a los hijitos de su mama, pero le bastaba con sentirse mayor y que algún día algún gitano guapo la amara. ¡Fíjate que tontería! No pedía más n’a, Manué. ¡Mi’a tú si era tonta la niña!
Un día llegó a la chavola su padre seguido de un chavalillo negruco que pedía comida a cambio de trabajar la labor y, por qué no, llevar a comer las bestias. ¡Comer las bestias! ¿Te recuerda a alguien, Manué?


Dicen las malas lenguas que la chiquilla al ver los ojos y la sonrisa de aquel morenillo, de repente se enamoró. Entre bestias y miseria, cruzaron miradas algún tiempo, buscando su amor escondido para colgarlo entre los olivos; migajas de un pan que se volvió tan duro como mi alma, Dios mío.
Un buen, día al darse cuenta el padre, mil trabas les hilvanó. Echó de casa al muchacho y a su niña la encerró entre cuatro paredes; ¡a su niña!.. no a sus ilusiones, a sus ilusiones no. Los jóvenes amantes, al ver peligrar sus sueños, huyeron envueltos en una malla azul que les prestó la luna. Cuando, ya casada, entre gritos chismosos de vecinas, recordaba a su mama, lloraba la niña, se tiraba de los pelos por haber dejado su casa. Él, al saber qué le pasaba, intentaba calmarla diciéndo: ‘¡mañana te llevaré, chiquilla!’, con la sola pretensión de meterla en su cama. Pero ese día no llegaba, Manué. La muerte, sin avisar, llamó a sus padres y ni adiós pudo decirle a mama.
¿Te vas situando, Manueillo?
Pasaron meses y meses, años llegaron después...
¡Te has puesto muy serio, chiquillo! ¿No te gusta mi historia, Manué?
Pues escucha lo que sigue porque seguro que te acuerdas.
Y llegaron los hijos, mis hijos Manolo, los hijos que eran nuestros porque... yo los he parío, pero en eso algo tú tendrías que ver ¿no, Manué? Aun recuerdo el olor del José cuando vino al mundo y el tuyo cuando te acercaste a decirme: ‘Un hijo varón. ¡Te has portao mu bien!’
Yo sonreí. Yo era feliz porque mis ojos sólo veían lo que vieran los tuyos. Sería lo que tú pidieras, para eso eras el padre. A mí me daba igual, hijo mío sería lo mismo. Yo comprendía que lo que tú pensabas era normal, porque tu eras un hombre. Sabía que una niña no era cosa buena pa’ un machote como tú, por eso el primero de mis hijos, varón pa’ ti tenía que ser. Dos manos más pa’ ayudarte... y tu hombría salvadita, aunque fuera una boca más que alimentar.
Un año más tarde vino ‘la rubia’, pero tú no apareciste por casa hasta una semana después, borracho como una cuba, diciendo que tú no te hacías cargo de mi chiquilla porque era un bulto más que mantener. ¡Un bulto, Manolo! ¡Lo que hay que ver! Esas no eran palabras pa’ una madre, esas no, Manuel. Ella no entraba en tus cuentas porque, además de un bulto, era una mujer; pero era mi niña chiquita, y tu niña, igual que el churumbel.
Enseguía llegó el granizo, el hambre y las fiebres de mi José. Yo hice to lo posible por sacarlo a flote. Tú lo sabes, Manolo, pero Dios quiso llevárselo porque era un angelito y... ¡Los ángeles no viven en las casas de los cerdos, Manué! Sabes que no salía de casa, que siempre estaba a su vera. Si tenía que comprar los habíos pa’ la manduca , el niño venía colgao en mi cintura pa’ tenerlo bien cerquita. Le daba manzanilla y, mu’ poquito a poco, la lechecita que me mamaba. La poquita leche que yo tenía, Manolo, porque tú bien sabes que la parte de mi comida te lo gastabas en buen vino pa’l venao, como tú riendo comentabas. Mi ángel se fue pa’l cielo porque tú no lo has cuidao, como no cuidaste nunca a ninguna criaturita de esta casa. Hay personas que no saben querer y eso, pa’ suerte tuya, te ha tocao, Manuelillo. A ti sólo te importaban las vacas, la tierra, tus amigos y el ganao.
El tesorillo de mis entrañas se fue aquel día y pa’ mí s’acabó la vida, pero había que seguir viviendo pa la pobre de María, pa’ mi rubichi, Manolo, pa’ esa que siempre dices que no es tuya, porque es la niña. Tenía que tirar pa’ lante porque es mu’ chica y no entendía de granizo ni de penas, y yo tampoco quería que supiera la piltrafa de padre que tenía, un borracho que gastaba los reales de mi casa en muchas copas y en cuatro putas guarras mal parías.
Creía que estabas triste y por eso pasé por alto toito lo que me hacías. Si llegabas tarde a casa, dando tumbos porque no te sostenías, yo pensaba ¡pobrecillo!, el tiempo lo curará como se curan todas las penas en la vida. Pero lo tuyo no era pena, Manuel, sino el arresío de tus entretelas .
Yo, mientras tú te entretenías sabe Dios con qué faenas, yo seguía p’adelante solita con mis duquelas , t’hacía la comía, limpiaba bien tu casa y planchaba los pantalones que tus putas ensuciaban, porque yo quería ser mujer mu digna, mu digna pa su marío. Sí, Manolo, en putas, que me lo dijo un día la Carmen que te veían siempre acompañao de esas tías pencas que viven en la casa rosita del barrio del abogao. Luego llegabas a casa y bendito sería el que te chistara.


Las vecinas, cuando cruzabas, sonriendo te criticaban y yo te defendía diciendo que eras un buen padre para tus hijos. Un buen padre, Manué. ¡Un buen padre para tus hijos! ¡Qué tontería! ¡Lo que hacen los quereres, Manolo! Yo sola me mentía y yo solita me lo creía. Pero, Manué, pa’ mi solita mi pena se me ha quedao, toitas mis lágrimas pa’ mí. Me preguntaba primero por qué m’aborrecías y, luego, en qué me había equivocao. Sí, equivocao. Ahora sé que fallé en una sóla tontería, en no pararte las manos cuando m’arreaste la primera bofetá. Yo no me la merecía, Manolo. Tenía todo a puntito pa’ cuando tú llegaras, hasta la niña dormía pa’ que no te molestara.


Madre siempre decía: ‘Tomasa guarda bien la caja de galletas y cuida que no se abra porque, una vez abierta, hasta que se acaban no paran’ ¡Y qué razón llevaba! La abriste Manuel, y yo pasmá me quedé mirando sin respirar siquiera porque eso de ti no me lo esperaba, por mucho que me lo dijera mama. Y llegó un día y otro día, y vinieron galletas a mansalva.
Yo engañaba a mis hermanos porque tú sabes que el Perico y el Gregorio tienen muy mala baba y sabía que acabarían cosiéndote a puñaladas. Les mentía diciendo que me había dado contra una puerta o con cualquier esquina cuando me veían un morao; pero hoy, Manolico, te has pasao. Sabías que a mi rubia no la toca nadie mientras yo tenga fuerzas y haga sombra en esta tierra. Pero to te lo has pasao por donde te pasas siempre todo, por el palo del sombrao, y la inflaste como a mí me calentaste to’ estos años. Yo la oía llorar gritando mama. Mi niña estaba llorando solita debajo de las coces que le atestabas. Por ahí no paso, Manolo. Eso no puede ser, Manué. Esto s’ha terminao ¡Hasta aquí llegué cabrón, hasta aquí hemos llegao!


Mira que mama me lo decía... : ‘ No des nunca margaritas a los cerdos’ Pues tú te las comiste todas, que te sienten bien, mi arma, que se te pudran todas dentro del cajón que te he mercao.
Yo no te he hecho na’, Manolico, tú dejaste la pistola que robaste debajo de la almohá y tú solito disparaste. ¡Qué lástima de mi Manué! ¡Qué lástima! Antes de que te vayas, quiero pedirte algo, déjame que tararee cuando vea tu ataud la canción que me he inventao:


 "Suena una guitarra
llorandico por tu muerte,
yo rezaré a su son
pa que tú no te despiertes."




(Foto:© Mayka Jiménez)


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